jueves, 24 de enero de 2019

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CREACIÓN DE LA COMUNA LA PILA

En 1939, siendo Ministro de Previsión social el Dr. Roberto Nevares Vásquez, salió elegido presidente de la comuna don Ignacio Pachay Pilligua y vicepresidente Pompilio Pilozo, posteriormente fue presidente Ángel Gómez. De esta forma la mayoría de los recintos a nivel nacional fueron organizando sus cabildos y desde esa época hasta la presente tienen vida jurídica las organizaciones campesinas. La Pila en los primeros años de organización no consiguió nada de los poderes públicos.

En 1946 el cabildo de la comuna solicitó al Municipio de Montecristi una extensión de terreno para el pastoreo de ganado vacuno y caballar, en aquella época estaba de presidente del concejo de Montecristi el distinguido ciudadano Segundo Eugenio Delgado Mero. Este ciudadano, con gran altruismo, dio luz verde a la solicitud, proporcionando un gran extensión de tierra con los siguientes límites y linderos: desde el centro de La Pila hacia Jipijapa seis kilómetros; desde La Pila hacia Cerro de Guayabal seis kilómetros; desde La Pila hacia Las Lagunas seis kilómetros y desde el centro de La Pila hacia Montecristi la misma cantidad. Los miembros que en aquella ocasión conformaban la Comuna eran Máximo Bailón, Andrés Lucas y Leonardo Pachay Rivera, los pocos habitantes que existían en aquel tiempo se repartieron grandes lotes de terrenos para dedicarse exclusivamente a la agricultura y cría de animales.

En 1955 los comuneros en Asamblea general resolvieron aportar dos sucres mensuales para realizar actividades de beneficio colectivo, muchos se opusieron porque les parecía exagerada la aportación; poco tiempo después incursionaron en la política y se promovió la división entre los moradores y al llegar el tiempo de renovación del nuevo cabildo solo se eligió a don Leonardo Pachay Rivera y dejando sin designación a los otros miembros del cabildo, este hecho atípico ocurrió en diciembre de 1955. Tuvo que intervenir el intendente general de policía, ratificando como presidente de la comuna a don Leonardo Pachay Rivera.

En aquel tiempo la distancia y lo difícil de llegar a Quito no permitieron que los habitantes viajen a la capital de la república para hacer los respectivos reclamos sobre esta anomalía; el problema persistió y con ello el divisionismo en dos grandes bandos que contendían a puñete limpio e incluso los habitantes de un lado del estero no podían cruzar al otro lado o viceversa, y si alguien lo hacía originaba pelea entre ambos bandos.






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